martes, 4 de enero de 2011

Es la historia de un tractor como no hay otra igual


Si ponéis en google maps como llegar de Reinosa a Mbuji-Mayi os dirá que son 9.342 km. Y que os llevará 138 horas. También os avisará de que hay algún peaje y de que necesitaréis coger el Ferry y atravesar Marruecos, Argelia,Níger,Nigeria, Camerún, Gabón, Congo y por fin la República Democrática del Congo.
Si vais andando, lo que os dirá es que ahorraréis 305 km pero son 1.658 horas más y que hay que tener cuidado porque lo mismo no hay aceras ni pasos de peatones en algunos tramos.
Pues no sabemos cuantos kilómetros fueron pero si que superó las 4.000 horas el trayecto que hizo el tractor que enviamos hasta Kasai Oriental. Comprar uno en cualquier país cercano quedó totalmente descartado al tener un coste mucho mayor que si lo compráramos aquí y lo enviáramos hasta la RDC. Más de seis meses desde que salió de Cantabria, subió hasta Amberes, llegó a Tanzania, cruzó Zambia, llegó a Lumumbashi y finalmente a Miabi. Entrar por la costa de la RDC quedó descartado desde el principio por cuestiones de seguridad.
Para hacerlo posible se hizo de todo: organizar festivales, recoger donativos, repartir huchas, presentar proyectos a convocatorias públicas, horas y horas explicando a todo el mundo por qué, para qué,..
Y finalmente se paga, se carga y comienza el viaje. Sube al país del chocolate donde tuvo que esperar varias semanas hasta ser cargado. Se lanza el carguero con el compromiso de la Cruz de Malta de escoltar la carga hasta el puerto. Pasan el testigo a otras “vigilantes” que se meten en el vagón para atravesar Tanzania y Zambia con las interminables esperas en cada frontera. Y para rematar el tractor se queda bloqueado en la frontera de la RDC dos meses. Por fin se le da paso y otros dos voluntarios de nuestra contraparte local LeveToi KaMi se meten en el vagón y cien kilómetros antes de su destino, ya no hay vía férrea, lo bajan, llenan el depósito y poco a poco lo llevan a su destino. El resultado de todo esto es.....
Casi cinco años lleva la máquina dando servicio a varias localidades con un incremento más que considerable de la cosecha, por no hablar de la cantidad de personas que ahora tiene tiempo para invertirlo en otras actividades que quedaban en segundo plano frente a las labores del campo. Son menos las niñas que se ven obligadas a dejar la escuela en época de cosecha ya que eran ellas las que se tenían que encargar de todo cuando sus padres se tenían que ir “a la faena”. Esta es la historia, este es el resultado de la generosidad de todas y cada una de las personas que decidisteis que otro mundo es posible y necesario y os pusisteis a ello. ¡Muchas gracias!


Queremos dedicar este post a la persona que más se empecinó, sufrió y se ilusionó con este proyecto: Guillermo Gómez Compadre, nuestro primer presidente y socio fundador ya fallecido, sin cuya indestructible voluntad nunca un tractor hubiese alegrado tantos corazones.