domingo, 23 de noviembre de 2008

La pobreza de los niños clama en un país con diamantes

Comer dos veces al día es un lujo en la provincia congoleña de Kasai oriental. Algo que no se pueden permitir ni mayores ni chicos. Por eso, cuando hay algo que llevarse a la boca, la familia lo hace a las 17.00 horas para intentar que ese alimento les cubra las necesidades de dos días. Son situaciones que desde Cantabria cuesta mucho imaginarse. Pero existen, son el denominador común de muchos países del planeta.
Por falta de comida en esa zona central del país, en donde paradójicamente se extraen la mayor parte de diamantes, la población es allí más pobre. Testigo de ello es Evaristo Citeya, un sacerdote nativo de ese país africano que estuvo en Santander hasta el pasado 20 de septiembre ejerciendo su ministerio en diversas parroquias rurales del sur de la región al tiempo que cursaba la carrera de Economía.
Su regreso a casa coincidió con la guerra desatada al este de su país. «Seguro que lo habéis visto en la televisión. La situación al este del Congo, en la provincia del Norte-Kivu en Goma, es muy grave. Los señores de la guerra han vuelto a lo suyo. Una vez más la población se ve obligada a huir de sus casas por miedo a los invasores. Los desplazados viven en condiciones infrahumanas. Sus sufrimientos no tienen nombre. Hasta hoy no se sabe el número exacto de muertos. Se quiere desestabilizar el país y aprovechar las riquezas (oro, coltan, diamante) que hay en esta zona».
Citeya escribe desde Mbuji Mayi a los amigos que dejó en la Cantabria rural, para que tengan «una idea de lo que hay». Sus interlocutores, vecinos de Reinosa, Somballe, Lantueno, San Miguel de Arroyo, Rioseco y Pesquera fundaron una ONG 'Adelante con África' (ACONA), «para ayudarle a poner en práctica sus planes de mejora de la producción agrícola de la población que atiende en la Diócesis de Mbuji Mayi».
«En la calle se ve a niños malnutridos que sobreviven de las basuras. Su número aumenta, y las monjas que suelen acogerlos se ven desbordadas. El Gobierno se siente impotente ante esta situación, porque está invirtiendo sus esfuerzos en mantener la calma y la integridad del país».
Este sacerdote de la etnia muluba justifica esa pobreza extrema a la que se enfrentan sus paisanos en esa zona central del Congo por la subida de los precios de manera incontrolada y sobre todo del maíz, que es el alimento básico de las familias. «Una medida de maíz de tres kilogramos que costaba a principios del año 1.200 francos congoleños, vale ahora 2.500 francos (cuatro dólares USA). Entre tanto el poder de adquisición de la gente ha bajado muchísimo. La inflación no para en un país en el que la mayoría de la población es extremadamente pobre con ingresos diarios que no alcanzan un euro».
Él abandonó Cantabria convencido de la necesidad de mecanizar el campo y de mejorar las semillas para producir más. Maíz, mandioca y alubias, y así conseguir abaratar los precios y mejorar la situación de los campesinos y de sus hijos. Una labor en la que ACONA va a colaborar de pleno con el envío de un tractor y aperos de labranza.
Educación
En la radiografía urgente de los suyos, hace especial hincapié en un sector tan importante como es el de la educación. La República Democrática del Congo se comprometió a proporcionar enseñanza gratuita y obligatoria a todos los niños hasta los 14 años, la realidad es otra. «Actualmente los padres aportan el 90% de los fondos que se gastan en los establecimientos de enseñanza mediante un sistema de pago directo de cuotas que la mayor parte de la población no puede pagar». Por lo tanto «la mayoría de los menores no recibe enseñanza elemental y falta la infraestructura adecuada para acoger a los alumnos. Muchas escuelas funcionan debajo de árboles y hasta en contenedores», que se recalientan con el sol y donde el maestro y la chavalería sudan de lo lindo. Según los datos estadísticos que maneja este cura congolés, hay 4,7 millones de menores sin escolarizar y al menos seis millones de adolescentes que no han recibido ningún tipo de educación formal. ¿Y qué hacen esos niños? La respuesta es dura. «Los que no han tenido la oportunidad de estudiar se dedican de manera precoz a trabajos penosos en las minas de diamantes donde acechan los mayores peligros. Hay muertos todos los días por los derrumbes».
Una afirmación corroborada por el sociólogo de la Universidad de Mbuji Mayi, Charles Tchibanza. Cuenta este profesor sobre el drama de los menores que trabajan como esclavos en las minas de diamante: «Estos niños no tienen protección, aparte de la que den sus explotadores. Sus vidas están en peligro. La mayoría de ellos están aquí porque fueron abandonados por sus familias».
Citeya se ha reunido con los agrícultores de Miabi, una zona donde la tuberculosis y la malaria son endémicas, para contarles que hay gente de buena voluntad en Cantabria que les van a echar una mano.

Huelga decir la alegría de esa población, sobre todo de las mujeres, que son las que trabajan el campo cuando Citeya se ha reunido con ellas para informarles que les van a ayudar a conseguir una amplia cosecha que de para comer y para sembrar.



http://www.eldiariomontanes.es/20081123/sociedad/domingo/pobreza-ninos-clama-pais-20081123.html