Si ponéis en google maps como llegar
de Reinosa a Mbuji-Mayi os dirá que son 9.342 km. Y que os llevará
138 horas. También os avisará de que hay algún peaje y de que
necesitaréis coger el Ferry y atravesar Marruecos,
Argelia,Níger,Nigeria, Camerún, Gabón, Congo y por fin la
República Democrática del Congo.
Si vais andando, lo que os dirá es que
ahorraréis 305 km pero son 1.658 horas más y que hay que tener
cuidado porque lo mismo no hay aceras ni pasos de peatones en algunos
tramos.
Pues no sabemos cuantos kilómetros
fueron pero si que superó las 4.000 horas el trayecto que hizo el
tractor que enviamos hasta Kasai Oriental. Comprar uno en cualquier
país cercano quedó totalmente descartado al tener un coste mucho
mayor que si lo compráramos aquí y lo enviáramos hasta la RDC.
Más de seis meses desde que salió de Cantabria, subió hasta
Amberes, llegó a Tanzania, cruzó Zambia, llegó a Lumumbashi y
finalmente a Miabi. Entrar por la costa de la RDC quedó descartado
desde el principio por cuestiones de seguridad.
Para hacerlo posible se hizo de todo:
organizar festivales, recoger donativos, repartir huchas, presentar
proyectos a convocatorias públicas, horas y horas explicando a todo
el mundo por qué, para qué,..
Y finalmente se paga, se carga y
comienza el viaje. Sube al país del chocolate donde tuvo que esperar
varias semanas hasta ser cargado. Se lanza el carguero con el
compromiso de la Cruz de Malta de escoltar la carga hasta el puerto.
Pasan el testigo a otras “vigilantes” que se meten en el vagón
para atravesar Tanzania y Zambia con las interminables esperas en
cada frontera. Y para rematar el tractor se queda bloqueado en la
frontera de la RDC dos meses. Por fin se le da paso y otros dos
voluntarios de nuestra contraparte local LeveToi KaMi se meten en el vagón y cien kilómetros antes de
su destino, ya no hay vía férrea, lo bajan, llenan el depósito y
poco a poco lo llevan a su destino. El resultado de todo esto es.....
Casi cinco años lleva la máquina dando
servicio a varias localidades con un incremento más que considerable
de la cosecha, por no hablar de la cantidad de personas que ahora
tiene tiempo para invertirlo en otras actividades que quedaban en
segundo plano frente a las labores del campo. Son menos las niñas
que se ven obligadas a dejar la escuela en época de cosecha ya que
eran ellas las que se tenían que encargar de todo cuando sus padres
se tenían que ir “a la faena”. Esta es la historia, este es el
resultado de la generosidad de todas y cada una de las personas que
decidisteis que otro mundo es posible y necesario y os pusisteis a
ello. ¡Muchas gracias!
Queremos dedicar este post a la persona
que más se empecinó, sufrió y se ilusionó con este proyecto:
Guillermo Gómez Compadre, nuestro primer presidente y socio fundador
ya fallecido, sin cuya indestructible voluntad nunca un tractor
hubiese alegrado tantos corazones.