Dice Eduardo Galeano que “uno sobrevive
en los demás: en la memoria y en los actos
de los demás”.
Probablemente son muchas las personas que mantienen vivo el recuerdo y el cariño que Mar dejó tras de sí, un recuerdo firme, duradero y robusto en todas aquellas personas a las que regaló su amistad, su saber, su tiempo…
No
obstante, también es cierto que, a veces, la memoria colectiva es débil y
algunos sentimos que nuestra comarca campurriana tiene una cierta deuda de
reconocimiento a la memoria de Mar Múgica. Por eso, nos atrevemos a
evocar su vida con el único fin de que, por un momento, nuestro recuerdo y
nuestros actos sean un homenaje a su persona.
Si
repasamos su trayectoria, nos encontramos que con 28 años fue elegida alcaldesa
de Santiurde de Reinosa, formando parte de la escasa primera media docena
de mujeres con ese cargo en Cantabria, desde las primeras elecciones
democráticas.
Corría
el año 1987. En las siguientes elecciones quedó claro que no fue un
hecho puntual y así, durante cinco legislaturas más, fue reelegida con mayoría.
En total 24 años, casi un cuarto de siglo al
frente de un Ayuntamiento, centrado en desarrollar infraestructuras básicas,
dotar de servicios a los vecinos, modernizar la vida rural, enfrentarse a los
inconvenientes del desarrollo energético (que muchas veces estropea sin dar
nada a cambio) y, en resumen, procurar mejor calidad de vida a la población.
Pero su vida no se quedaba limitada a su actividad municipal.
También
vivió los duros años de la reconversión y los cierres de grandes empresas en
Cantabria. Como trabajadora de Hilaturas Portolín, Mar
militó en la lucha obrera buscando justicia para todos aquellos empleados que
veían cómo se perdían sus puestos de trabajo. Dicen algunas voces que en
aquella empresa se llegaron a vender hasta las sillas para que nadie se quedara
sin su sueldo, y que Mar estuvo detrás de ello, incansable, para que así
fuera.
Igualmente,
en la década de los ochenta, al año siguiente de ser elegida alcaldesa,
participó en la fundación de la Asociación Apícola Campurriana (APICAM)
y de nuevo sería pionera, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en esa
profesión y apostando, una vez más, por el asociacionismo, el trabajo en
equipo, convencida de que la unión hace la fuerza y favorece el desarrollo del
individuo y la sociedad.
Inquieta en temas solidarios dio su apoyo y el del Ayuntamiento a la ONG Adelante
con África, sacando
adelante distintos proyectos: mecanización agrícola, mejora de semillas, rehabilitación
de escuelas… Desarrollo, progreso, solidaridad y promoción de la persona eran objetivos bien anclados en
la cabeza y el corazón de Mar Múgica.
También hemos conocido a Mar cuando tocaba bregar en otro tipo de batalla. Hemos sido testigos de su coraje y entereza ante el sufrimiento, mostrando cada día su valor, sin dejar de pensar en los demás, preocupándose por los otros incluso cuando el dolor amenazaba con vencerla. Estamos seguros de que Mar no quería homenajes, ni reconocimientos, pero que ella no los quisiera no significa que no los mereciera y por ello, es nuestro deseo que estas palabras sirvan, simplemente, para tocar la memoria de sus vecinos, de las instituciones a las que estuvo vinculada, aunque no tuviera carné, y de todas aquellas personas que se cruzaron en su vida.
Nada
añadirá o restará valor a la obra de Mar, pero el reconocimiento social,
o un gesto de agradecimiento institucional puede resultar pedagógicamente
positivo para las personas que hoy
necesitamos referentes, que buscamos ejemplos de individuos con valores y
principios que guíen el camino en común de nuestros pueblos y de nuestra
sociedad en general.
Marie Curie dijo en una ocasión; “Usted no puede esperar construir un mundo mejor sin mejorar a las personas. Cada uno de nosotros debe trabajar para su propia mejora”.
Estas palabras se hicieron realidad en Mar.
En su ADN estaban la familia y los valores que logró impregnar en aquellos que tuvimos el lujo y honor de conocerla. Su familia era y es extensa, porque siempre tendió su mano para ayudar a cualquiera, sin importar condición, sexo, ideas políticas, religión, etc.
Para
Mar una persona era siempre importante y, si estaba en su mano ofrecer
la ayuda necesaria para facilitarle la vida, superar obstáculos y posibilitar
su bienestar, Mar lo hacía sin importarle su tiempo o si lo suyo se quedaba sin hacer.
Así
como cuidaba de sus enjambres, con esa pasión, poniendo el alma en todo lo que hacía, así se daba a cada persona, “sin
negociar con sus principios y valores”
Seguramente hoy el mundo será más bueno y fructífero que antes de que Mar pasara por aquí, ya que ha dejado una huella tan imperturbable que estamos convencidos de que tenemos la obligación moral de mantenerla viva y continuar su legado.
No
se puede decir adiós a esas personas que tocaron nuestras vidas. Decía Helen
Keller “que lo que una vez disfrutamos nunca
lo perdemos. Todo lo que amamos profundamente se convierte en parte de nosotros
mismos.”
Así que no toca decir adiós, sino: ¡Gracias, Mar!
Vaya
desde estas líneas, nuestro agradecimiento a su persona y un llamado a todos
aquellos que tienen en su mano la posibilidad de que Campoo pueda también, como
sociedad, reconocer todo lo que Mar Múgica Fernández hizo por las gentes
de su tierra.